martes, 26 de febrero de 2008

La historia de Gianluca Kosowsky (Tomo 1)

El napolitano que introdujo la “pizza calicciosa” en Prusia no fue, como todos creen, Giovanni Rana. Se llamaba Gianluca Kosowsky y, aunque de padre polaco, era un verdadero patriota italiano. Tanto amaba a su patria que marchó al exilio en Prusia al no aceptar el levantamiento de aranceles contra la importación de pizzas barbacoa por parte del gobierno italiano. Esto parecerá al hombre contemporáneo una vulgar pantomima, pero en aquellos siglos tan revueltos la pizza era la pieza clave de la política exterior de un país.

De ese modo, los italianos sólo habían aceptado hasta entonces tres sabores de pizza “la margarita”, la famosa “pizza di ron velero” (también llamada “il bocata di mendigo”) y la “pizza di emme” (cuyo ingrediente secreto aún se desconocía). Este alarde de patriotismo culinario tuvo su cénit en las guerras contra el Gran Ducado de Pollutia, y la producción nacional de pizzas sufrió un retroceso a consecuencia del casi total empleo de la industria pesada en la fabricación de armamento. Entonces Estados Unidos, joven nación pero con el sabor a barbacoa recogido en la Bill of Rigths de 1776, se aprovechó de la escasez y presionó duramente al gobierno de Poncho DaMarco para que levantara los aranceles impuestos sobre su prágmatico, pero a la vez delicioso, sabor a barbacoa.

Presionado, a sus 98 años de edad y con el ala radical del partido tramando un atentado contra su persona, el viejo Poncho DaMarco firmó el pacto con los americanos (pacto que popularmente sería conocido como “la sentenza di Ponccio”). Esto por supuesto levanto una gran polémica a lo largo de todo el país, y muchas personas, como Gianluca Kosowsky, tomaron la vía del exilio, llevándose consigo sus herramientas de cocina y su buen hacer pizzero.

El panorama político en la Prusia que se encontró Kosowsky era desolador, la única variedad de pizza existente era la oficial del gobierno: la odiada “pizza rabiden” (que Voltaire denominaría posteriormente “la vergüenza prusiana” en su libro Pizza et politique exterieur). El resto de sabores y condimentos estaban prohíbidos. Pero no tardó Kosowsky en desafiar al gobierno de Lord Cochón y su malvado ministro Vincent Tarradellas (propietario de la fabrica de pizzas sabor rabiden Casa Tarradellas). Abrió el mítico Restaurante Caliccioso, en referencia a su equipo de fútbol preferido, el Real Betis Balompié, y no tardó en servir pizzas al estilo italiano desde la más oscura clandestinidad.

La fama del simpático napolitano llegó a oídos del malvado Tarradellas, que puso en marcha una serie de medidas proteccionistas (recogidas de forma brillante en el libro de McNamara, Tarradellas: Una, grande y con extra de queso), entre ellas la creación de un organismo censor, el Alto Tribunal de la Pizza. Este auténtico sindicato vertical, formado por representantes del clero, miembros de la poderosa familia Tarradellas y la confederación de artesanos pizzeros, se dedicaría en cuerpo y alma a destruir cualquier vestigio de libre expresión pizzera. Gianluca Kosowsky ya era un prusiano más, amaba a Prusia y pretendía plantar cara a Tarradellas, a su amo Lord Cochón, al Alto Tribunal y sobre todo al Sabor Único. Continuará.

3 comentarios:

Un tio cabal dijo...

Ansioso espero la continuacion

goloviarte dijo...

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Arcadio Pantanni dijo...

Deliciosa historia